Neogurb en su blog manifiesta que si el amor fuese como un sistema binario (0 y 1) no habría muchos problemas al momento de definir las relaciones ya que un “te quiero” (1) o un “no te quiero” (0) solucionaría todo el sistema del amor. La cosa se complica un poquito si esos dos valores no fueran suficientes, pero, nos manejaríamos entre sus puntos intermedios, por lo tanto tendríamos definido una frontera o un limite entre el 0 y el 1. Pero las relaciones amorosas no se pueden manejar de esa manera porque existen más variables que intervienen en el sistema como por ejemplo: respeto, entrega, lealtad, cariño, paciencia, cuidado, fidelidad, etc. (estas variables gracias a la ayuda de Sol, por obvios motivos); entonces ahí si que la situación se torna más compleja. Para aproximar esta idea vamos a suponer inicialmente que las relaciones amorosas solo se basan en una sola variable y que puede ser cualquier de las mencionadas anteriormente. Ante esto se puede usar una función matemática llamada Límite y encontrar un modelo para aproximar un resultado:
Siendo “a” la función del amor y “r” una variable llamada respeto, entonces si esa variable tendería a 0 (cero) lógicamente que el resultado de la función amor fuese menos infinito, porque nadie concebiría persistir en una relación cuando el respeto es nulo o cero. Y ya dependiendo del valor que adopte la variable que analicemos, el limite tendería a cero (indiferencia), a mas infinito (te querré siempre), a menos infinito (te odiaré siempre) o a un punto concreto y determinado ("hasta aquí, te quiero; pero no te pases”). Hasta aquí solo hemos analizado el modelo matemático con una sola variable (respeto, paciencia, cariño, etc.) y vimos que resulta un poco fácil saber el resultado. Pero que sucede si añadimos varias variables al modelo, ¿podríamos aproximar a donde tiende al amor? Por ejemplo si usamos las variables r (respeto), e (entrega), p (paciencia), nuestro modelo quedaría así:
Definitivamente buscarle un modelo matemático que incluya todas sus variables del amor es muy complicado.
Por otra parte si en vez del problema de las variables del amor tendríamos como problemas a la diferencia de edades en las relaciones amorosas, matemáticamente también tiene una solución demostrable. Cuenta una blogger que su amiga, profesora en una universidad, se enamoro de su alumno, el problema es que la profesora le dobla en edad al alumno, por lo que le pidió ayuda a su amiga para resolver el problema; a lo que la amiga recurrió en su amigo matemático para que le brindara una solución salomónica a este idilio amoroso. El matemático le hizo llegar la solución mediante un e-mail que decía así:
Siendo:
A = La edad de la profesora.
N = La edad del alumno
D = La diferencia de edad entre ellos.
Podemos decir que:
A = N + D
O también:
A (A-N) = (N+D) (A-N)
Desarrollando:
A2 – AN = AN – N2 + AD - ND
Agrupando términos:
A2 – AN – AD = AN – N2 - ND
O lo que es lo mismo:
A(A – N – D) = N(A – N – D)
Simplificamos y concluimos que:
A = N
Por lo tanto para las matemáticas no existe la diferencia de edades entre las relaciones amorosas y no nos deberíamos de preocupar.
Como las matemáticas son tan amplias (aquí también nos ayudamos de la física) es que también en su amplitud abarca la posibilidad de encontrar en algún punto del espacio-tiempo a nuestra media naranja. Para eso las coordenadas nos ayudaran a ubicar un punto en el espacio-tiempo y en nuestra hipótesis matemática llamaremos a ese punto el “encuentro casual” de una pareja que se amara por siempre. Necesitamos dos puntos A y B que serán los sujetos que tendrán su encuentro casual en algún punto de nuestro espacio. Por lo que cada uno de ellos tuvieron su punto de origen cuando nacieron y a lo largo de sus vidas comienzan a moverse cada uno en su espacio-tiempo, cosa que hipotéticamente al cabo de unos 20 años, por ejemplo, estos dos puntos A y B tendrán un punto en común de encuentro x1, y1 y z1 y un tiempo t1, donde conjugaran sus espacios-tiempos y ahí nacerá el encuentro casual para luego iniciarse el amor. Lógicamente que a este fría hipótesis, habrá que añadirle otro argumento mucho mas frío que será la probabilidad de que ese encuentro llegase a suceder donde se complicara aun mas la situación. Este blog nos da una aproximación de esta probabilidad del cual no estoy muy satisfecho pero si me gustaron sus conclusiones:
La probabilidad de encontrarte con el amor de tu vida es prácticamente cero.
No debes basar tu vida en un encuentro tan improbable
7 comentarios:
Necesité hacer unas cifras para confirmar el estado de Reestructuración. En realidad, cifras muy simples, puesto que el amor no tiene mucha lógica que digamos, y en realidad, tampoco interesa como el culpable justifica su inocente felicidad.
Como dijo mi amigo Daniel, es más exacto, pero menos preciso: http://5anhitos.blogspot.com/2008/04/numeros.html
Ajá, interesante forma de analizar una función similar al amor. Y eso que no consideras las variables químicas, que son tan o más importantes que las que presentas.
En las matemáticas hay un montón de funciones, creo que las aleatorias pueden ser descritas de mejor forma con Transformadas.
Slaudos.
Wow... Qué bien te quedó el post, Frank! Me confundí entre tantas premisas y equaciones... ;)
Un abrazo.
Me gustó... pero la realidad no es matematica por lo tanto puede pasar cualquier cosa sin que la puedas prever. Tal vez sea mejor asi(quien quisiera tener una relacion matematicamente contada con la exactitud cientifica?)
Ay que lindo!!!!!!!!
me encanta que mi post te haga descubrir algunas cosillas mas cuantitativas del amor ;)
bso
Estás dividiendo por 0 xD
Rafael..obvio si hay división entre cero... pero consideremos el contexto... previo a la "simplificación" que en efecto es una div entre cero; podemos interpretar que para igualar ambos miembros de la ecuación es necesario reducir a cero las diferencias entre ambos enamorados... así, dos personas aún con mucha diferencia de edad.. pueden llegar a entenderse muy bien.
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