Lo que cuesta un abrazo

Ya que se acerca domingo y como es costumbre (recien para mí se ha hecho una costumbre no tan cotidiana), sobre todo mi madre y yo siempre vamos a misa, si mis hermanas y mi padre logran despertarse nos acompañan con algo de pereza pero al final gozan de asistir a la misa en familia. La verdad que yo tampoco no soy o no era muy asiduo a este evento religioso porque a veces me la pasaba de madrugada el sabado y para el domingo llegaba dando vueltas la cabeza por el alcohol y si es que llegaba tambien a mi casa. Pero en fin, tampoco quiero decir que mi familia es totalmente pegada a los principios cristianos; somos una familia católica comun y corriente que de un tiempo atraz se nos ha hecho costumbre de asistir a misa en familia todos los domingos a las 7:00 a.m. Desde luego yo padezco despertarme, pero por la felicidad de mi madre y a la vez por que tambien Dios se merece un tiempo para Él, es que lo hago con mucha felicidad al fin y al cabo.

Pero bueno lo que quiero comentarles es algo que seguramente ustedes tambien lo han notado. En la celebración de la misa, en plena Eucaristía y antes acudir a comulgar con el Cuerpo y Sangre de Cristo, hacemos un gesto simbólico que el Padre nos indica que es el de darnos el abrazo de la paz. Todas las personas empiezan a darse sus abrazos y a decirse mutuamente "La Paz", pero se han dado cuenta que solamente un abrazo tal como se conoce como abrazo, solo se dan las personas que se conocen o solos entre familiares?, a los desconocidos solo una palmadita o en la espalda o sino un saludo de manos. Entonces, si es un "abrazo" de paz, porque no darnos ese gesto tal como es, porque tememos abrazar a nuestro projimo, ó es que el abrazo cuesta o se padece en estirar ambas manos y estrechar el cuerpo de nuestro projimo.

Dicese que ese gesto simbólico no es meramente un gesto de urbanidad, amistad o saludo: es un gesto comprometedor. No podemos ir a comulgar con Cristo si no estamos en actitud interior de comunión con el hermano. Los vecinos a los que damos la mano o el abrazo son representantes de todos aquellos con los que entramos en contacto en la vida. El gesto no es un signo de lo bien que van las cosas, o de la fraternidad que ya reina entre nosotros: sino de la que queremos y nos comprometemos a construir.

Desde ya formar parte de la comunión nos tiene que introducir en la misma dinámica, tal como lo hacían en la liturgía romanda desde hace siglos: recitamos el padrenuestro y nos comunicamos la paz de Cristo unos a otros. Del reconocimiento de Dios como Padre, al reconocimiento de los otros como hermanos, a través de la confesión de la paz de Cristo, que, en definitiva, es un modo de referirse al don del Espíritu Santo.

Los gestos que acompañan estos momentos de la celebración ayudan a entrar en esta dinámica. El padrenuestro lo recitamos con las manos abiertas y elevadas. Es la actitud típica del orante cristiano. La paz, en cambio, nos la comunicamos con un gesto de amor al prójimo: el abrazo, el apretón de manos, el beso... Con este doble gesto expresamos las dos dimensiones imprescindibles del amor cristiano, centrándolo todo en Jesucristo, muerto y resucitado.

Lo que queda claro es que para el ser humano se nos hace dificil darnos un abrazo sincero y tierno, no porque cueste abrazarnos, sino que nuestra cultura nos ha enseñado a que siempre vivamos desconfiando de las personas y no aprendamos a reconocer nuestros errores o a perdonar a los que nos hacen daño o simplemente buscarles y pedirles perdon. Esto es algo que me sorprendio de mi madre, ya que ella llevaba años de rencillas con una vecina. Mi madre entendio el concepto de perdón en las personas y ella misma fue y la busco en su trabajo para pedirle perdon y que vuelvan a ser las amigas de antes. Creo que mi madre se sintio muy satisfecha de ese acto y poder respirar tranquilamente y su amiga, la vecina, se habra sentido tambien con un gozo tremendo saber que alguien vino y le pidio perdon y ella acepto.